5 junio. ¿Qué pasa cuando el ambiente son nuestros barrios?

Desde 1972 con el fin de crear conciencia sobre la necesidad de proteger nuestros ecosistemas y generar acciones que tiendan a cuidar el “medio” el cual habitamos, se instauró por medio de Naciones Unidas el Día Mundial del Medio Ambiente*.

Este año la consigna apunta a la restauración de los ecosistemas. De acuerdo a la ONU restaurar ecosistemas, consiste en “prevenir, detener y revertir este daño, pasar de explotar la naturaleza a curarla”. La restauración y otras soluciones naturales pueden proporcionar un tercio de la mitigación necesaria para 2030, de modo que el calentamiento global se mantenga por debajo de 2°C y, al mismo tiempo, ayudar a las sociedades y economías a adaptarse al cambio climático.

Los ecosistemas sustentan todas las formas de vida, por lo tanto, nuestra salud depende directamente de la de ellos. Restaurar el 15% de las tierras transformadas, en lugares adecuados, podría prevenir el 60% de las extinciones de especies que ya han proyectado su desaparición.

*Medio ambiente es el conjunto de componentes físicos, químicos, biológicos y sociales capaces de causar efectos directos o indirectos, en un plazo corto o largo, sobre los seres vivos y las actividades humanas. (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente en Estocolmo 1972)

¿Son algunos territorios zonas de sacrificio ambiental? ¿Y las personas que los habitan?

El COVID 19 como acontecimiento social, político y sanitario permitió visibilizar una serie de problemáticas entorno a lo ambiental. No solo los residuos generados por el propio virus (mascarillas, guantes, etc), sino también, la relación entre desigualdad social y económica preexistente con problemáticas ambientales y el padecimiento de ciertas poblaciones, como por ejemplo el acceso al agua potable, la vivienda, el saneamiento y el acceso a servicios por parte los sectores populares.

Lo que nos lleva a una pregunta central en torno a el rol que debe cumplir el Estado en la producción de suelo urbano, hábitats de calidad y la protección del medio ambiente en los sectores populares. Las políticas deben articularse a escala metropolitana, no deben omitirse la estrecha conexión entre la cuestión urbana y ambiental. 

La especulación inmobiliaria como la estratificación de mercados reproduce discriminación territorial en virtud a la ubicación, y expulsa a las clases populares a territorios de escaso valor y zonas que representan un peligro ambiental/humano, como tierras fiscales abandonadas, areas contaminadas, terrenos inundables, o zonas sin servicios publicos/sanitarios.

“Existe un factor común en la relación entre el habitar de esos barrios y la profundización del riesgo ambiental que los atraviesa. Esta condición espacial que afecta la vida cotidiana de sus habitantes tiene origen en otras dimensiones propias de una producción urbana que es excluyente: la informalidad jurídica, las dificultades en el acceso laboral, las deficientes condiciones de la infraestructura urbana, entre otras. El riesgo ambiental es una manifestación de estos procesos desiguales, que debe leerse de manera multidimensional y multiescalar, interpelando al sistema de relaciones en el que se inscriben los barrios populares, para comprender porque estos continúan siendo territorios ambientalmente vulnerables.” (Pandemia, desigualdades ambientales y acceso al agua en el Área Metropolitana de Buenos Aires / María Gabriela Merlinsky, Melina Tobía)

Córdoba no se encuentra exceptuada a esta realidad. Nos preguntamos ¿Cuánto agrotóxico es nocivo para el aire, la tierra, el agua y nuestros cuerpos? ¿Cuán perjudiciales son los desechos sin tratar en nuestros ríos? ¿Es posible vivir sobre basurales? 

HABLEMOS de esto. Visibilicemos el planteo de las comunidades que se hacen cargo del tema y generan desde el paradigma del cuidado, como proyectos de huertas familiares y comunitarias que crecen y se fortalecen con el aporte de cada vez más personas.

Acompañemos procesos de defensa por ambiente, como lo que se generó en Malvinas Argentinas frente a la instalación de Monsanto.

Discutamos, pensemos alternativas, generemos experiencias colectivas por un ambiente más sano!

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