En tiempos de crisis es aún más necesario proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes.
No se trata de oponernos a que trabajen. Se trata de cuidarles, protegerles y fortalecer a sus familias para que no tengan que asumir un rol en el sostenimiento económico del hogar. Los riesgos de que sean expuestos al trabajo infantil se incrementan en el contexto actual de emergencia sanitaria, ante la pérdida de ingresos en las familias, las dificultades de movilidad y aislamiento que muchos niños y niñas sufren al no poder ir a la escuela, ni tener las condiciones de conectividad para participar en clases virtuales, o acceder a la protección del Estado.
Las organizaciones sociales estamos preocupadas por esta situación. La participación de los niños, las niñas y los adolescentes en un trabajo –una actividad económica– que no afecte de manera negativa su salud y su desarrollo ni interfieran con su educación, es a menudo positiva. Pero deben poder elegir, estar en condiciones de hacerlo.
La Convención No.138 de la OIT permite cualquier tipo de trabajo ligero (que no interfiera con la educación) a partir de los 12 años. Si para niños y niñas forma parte de la construcción de su propia identidad y no sufren al hacerlo.
En tiempos de crisis es aún más necesario proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes. Por eso, trabajamos día a día en los territorios por más y mejor salud, educación, juego y recreación, alimentación saludable, participación en los asuntos que les conciernen, por una vida libre de violencias.